jueves, 25 de agosto de 2016

Héctor Urruspuru: Poemas




Héctor Urruspuru




























Un Beso con sabor a cocaína

Un beso con sabor a cocaína
te pedí,
y me lo diste...

un beso largo
como la cerveza negra,
lúpulo amargo de la noche
te pedí
y con tus garras pintadas
como al óleo
me lo diste,
en rojo de cadmio y falso
(pero me lo diste)

y te ibas,
bajo una luna de hueso
desde hace meses
y en realidad
me importaba
una soberana mierda...

Que me empujaras!
al centro del volcán
del magma de tu sexo
en cenizas oscuras!
te pedí,
y sí, lo hiciste.

Y aquí estás,
para mí,
sin aire en los pulmones
y sin luna llena
en la boca inmoral.

y sin tiempo
estás, estás,
en el retrato,
despidiéndote.
Despidiéndome...

Cuerpos recién amados  

Si hay algo que quisiera decir, antes de que la naturaleza me vuelva síntesis
(trazos de carbonilla),

es que amo, profundamente, el olor de los cuerpos recién amados;

y la falta de orden en tu pelo y en tus gestos,

que quién sabe de qué alturas vienen bajando.


Si hay algo que quisiera escribir
(dulce patrimonio de lo que es gemido confesar)

Es que soy un pintor y un músico fracasado. (Sí).

Sin embargo, la levedad azul de tu espalda en el cuarto,

es, canción en cuerdas de acero y un aguafuerte desmesurado;

y generan, el camino... demoradamente largo

de tus piernas desnudas que van,

de la cama perfumada al espejo del baño.


Naturaleza y síntesis, entonces. Carbonilla y trazos.

Quebrado amanecer de miel. Ruta solitaria.

Que seguramente no seré de ti, ni memoria de a ratos.

Pero hay,

hay algo que quisiera decir

(deliberada criatura de azúcar y cabellos despeinados);

y es, que amo... profundamente...

el olor de los cuerpos recién amados.

Iridio

... en la comba que traza la palabra "iridio", secreta, está tu voz contando tu llegada desde el espacio, iris único entre planetas, ojo viajero que no pestañea jamás que por todo mensaje de paz, porta un arco iris en su desnudez.
Yo me quiero enamorar de estas nomenclaturas extrañas en esta guerra.
Endurecer mi beso. Sea medida universal, ante lo inaudito de tus deseos.
Iridio para resistirte e iridio para habitarte.
Límites de un laberinto, estilografías para huir. Quedarse.
Iridio, para amarte.


Permafrost  

Amor, el problema es el permafrost, Siberia, el oso blanco y el hombre como envuelto en una capa roja, enemigo de sí mismo un atardecer sobre el mundo, más… el medio-ambiente, eso! pisar un tembladeral verde, la aurora boreal de tus palabras desnudas, enamoradas... Pero entonces digo "taiga", digo "líquen", "lobo" y digo "tundra"... un río helado se deshiela en nuestro beso. ¿Quién no quiere soñar que esto es para siempre?
Me estoy enamorando sobre los límites circulares nunca escritos de Parque Chas. Y águilas de costas lejanas y de lluvias, pigargos gigantes nos elevan y tocamos con los dedos congelados el techo del cuarto en un sueño de marchas rusas y de abrazos.
No sé... ¡Un laberinto es la vida! En donde apostar a doble o nada es permafrost. Perderse en la estepa.
Hemos, tirado los dados y están en blanco, blanco, blanco! números transparentes la suerte echada del destino y mentime que es nieve! Decime que es nieve que suspira expira todo un verso en voz de agua dulce, corazón de fuego escrito en humo de incendios de cuatro pinos sobre el aire, y eso somos.
¿Tomaremos el té sobre tumbas, leeremos a León Felipe, leerás a Girondo?
No sé… Círculos concéntricos lunas sucesivas y sí, cualquiera pisa sobre seguro, cualquiera dice “permafrost”, palabra que por solo un segundo enmascara, la palabra ”amor”.

***

érase un Papa tan viejo, que cabía todo él en una arruga

y él (todo él) blanco en un rincón de oro que son todos
pidió por mi oreja izquierda:
“... el tema de los santos, hijo...
puras patrañas...
eran todos alienígenas!”.

una tristeza un nudo en el tallo de un cáliz entonces
y en la sombra de su rostro veo aves que vuelan
bajo lluvias de Boticelli sobre el Vaticano del nuevo enero 

pienso en su Santidad (santa demencia senil Batman)
como la única víctima posible del Y2K
en su sitio en la web su voz canta gregoriana
la informática de la culpa y el perdón

y dibujo al fantasma de un lobo negro que pide permiso
en el año del Jubileo
para trasponer las puertas de Roma ciudad abierta
que entra lobo luna, con las fauces abiertas y poetas y putas detrás

y este Papa que ahora danza, se ríe (por fin) danza
parkinsoniano, Polaco y loco
al compás de tambores de cuero y madera
música céltica y el grito de la Banshee en la Capilla Sixtina
y aves de papel bajo la lluvia runa, no, no habemus Papa

mi lobo le olfatea las sandalias
y la niebla de incienso y el olor a pez de Pedro,
los logra poco visibles...
“ya quedan todos los cuadros en blanco, hijo”, me dice...

el Papa que baila desarticulado amarillo
Quasimodo de oro que el espejo ni refleja
el Papa espalda de gárgola que ríe
octavo pasajero entre mirra y crucifijos, olor a pez
                                    
y que de tan viejo cabe todo él en una arruga
y que entra en el nuevo Milenio de las cosas
que jamás tuvieron tiempo moral.


Héctor Urruspuru (Buenos Aires, 1956). Desde hace años coordina el ciclo poético Maldita Ginebra en el barrio del Abasto.   Ha editado "Breviario. Ha sido publicado en diversas antologías como la de Poesía Argentina año 2000 de la UBA, con selección y prólogo de Marcela Crocce y en una antología de la SADE Filial Noroeste Bonaerense, también en revistas literarias como Diario de Poesía y La Guacha. Buenos Aires.